DB Multiverse

DBM Universo 16: La unión de dos vidas

Escrito por Syl & Salagir

Adaptado por Alice

Cuando Vegetto entró en el cuerpo de Buu, tomó una decisión: mantener su escudo (U16) o liberarlo (U18). Esta es la historia de lo que sucedió después... A pesar de que Vegetto ha salvado el universo, Goku y Vegeta, quienes lo crearon, definitivamente han desaparecido...

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[Chapter Cover]
Parte 3, Capítulo 17.

Capítulo 3: Vida familiar "parte 2"

Una pequeña heredera

Traducido por Alice

Año 778, cuatro años después del nacimiento de Vegetto.

Era una de esas tardes de descanso a las que Vegetto se entregaba, medio acostado en el sofá del salón, por lo general con su Bulma en el sillón más cercano, leyendo lo que quería, una revista científica, o una revista de mujeres, de acuerdo con lo que su padre o su madre había dejado por ahí.

La palabra que mejor les describía en esos momentos era tranquilidad.

Vegetto miraba al techo, pero él se había dado cuenta de que desde casi un minuto, Bulma le estaba mirando en lugar de leer. Él no se movió y esperó. Bulma entonces tendió la mano y tocó con la punta de los dedos la cara de su hombre, como para asegurarse de que estaba allí y no era una ilusión. Mientras paseaba sus dedos en él, Vegetto comprobó con todos sus sentidos que nadie les molestaría durante los minutos que seguirían. Los humanos y los animales, numerosos en esa casa, estaban lejos. Los robots, detectados por su ruido y el movimiento del aire, también estaban inactivos. Todo estaba bien.

Le tomó la mano y ella se detuvo. Le tiró un poco para animarlo a que se sentara en vez de quedarse tumbado. Bulma quería hablar, en realidad.

“¿Te gustaría tener otro hijo?” dijo ella.

“¿Quieres decir un cuarto hijo?” respondió, lamentando al instante su elección de palabras.

“Sí... Y un segundo para mí... O una segunda...”

Vegetto miró al techo y Bulma le dejó tiempo para entender la cuestión y reflexionar.

Un niño... O una niña... No de Goku... No de Vegeta... ¡Un descendiente de Vegetto!

Se levantó, miró al frente, y luego dijo "Tengo que reflexionar. Ahora vuelvo." Luego desapareció. Utilizando la teletransportación del Kaioshin Kibito, se encontró en su habitación. Extendió la mano y levantó la invitación que yacía en la mesita de noche.

Vegetto, Chichi, y Mr. Satán,
Se complacen en anunciar
el matrimonio de sus hijos
Son Gohan y Videl

Vegetto no era un Saiyano, y mucho menos un humano. Él vivía en la Tierra, pero también en el universo, como una anomalía gigantesca.

¿Tener un hijo pondría en peligro a todo el universo?

Hablaría con los Kaioshins, por supuesto, lo había prometido. Pero la pregunta se la planteaba primero a sí mismo.

Aunque amaba a sus hijos, nunca había decidido conscientemente tenerlos. Ese tonto de Son Goku no entendió hasta el final de su vida, las relaciones causales que daban la vida. En cuanto a Vegeta, a él le daba totalmente igual tener una descendencia.

Comprendió por qué Bulma le había hecho la pregunta ahora. Llegaba a una época en la que pronto no sería razonable considerar tener un niño. Era ahora o nunca. Vegetto debía responder ahora.

Vegetto visitó muchos lugares. Éste es uno de ellos.

En Kame House, era un domingo, un domingo por la mañana. Marron tenía diecisiete años. Desde la última vez que Vegetto la había visto, había ganado unos treinta centímetros, senos y nalgas por todas partes, una adoración por las revistas con cantantes, un peinado poco probable, una energía sin límites y unos grititos agudos, así como un chicle en la boca.

Ella salió corriendo de la casa, toda emperifollada y satisfecha de sí misma, evitando plantar los tacones de gran tamaño en la arena. De un rápido gesto ella sacó una cápsula que lanzó a la playa, y saltó directamente a la cabina del naciente hidroavión. En medio de un ruido de tormenta de viento y mecánica, se fue hacia el continente.

Al menos veinte segundos más tarde, un Krilin con los ojos cerrados salió a dar un adiós con la mano al punto que desaparecía en el horizonte.

“¡Ten cuidado! dijo bostezando, y no hables con la gente que es menos fuerte que tu papá...”

Se arrastró hacia el interior, preguntándose cómo esa niña podía ser tan madrugadora. Entonces se detuvo de pronto, mirando al aire. Vegetto flotó con rapidez pero discretamente fuera de su vista.

Krilin terminó de entrar en la casa, casi despertado. Si Vegetto no se mostraba ante él, eso significaba...

“Cariño, es para ti...”

Número dieciocho, o cariño, a pesar de sus necesidades muy limitadas de sueño, descansaba en la cama doble de la primera planta. Había oído lo que había dicho su esposo.

“¿Es para mí quién?”

“Tu amante,” dijo, cayendo sobre la cama.

Afortunadamente Vegetto no estaba en posesión de un súper oído namekiano, porque se habría preocupado por esta frase. No sabía que pocos meses antes, Krilin le había dicho a su mujer bromeando, como si tuviese que engañarlo con alguien, que eligiese a Vegetto, ya que Krilin, no pudiendo hacer daño ni a éste ni a su esposa, ambos demasiado fuertes para él, estarían seguros de evitar un crimen pasional.

El humor de Krilin eludía generalmente a los otros e incluso a su esposa.

Ella se sonrojó debido a la alusión de su marido, y porque alguien la estaba esperando afuera mientras ella todavía estaba en camisón.

Completamente despierta, la androide se precipitó al cuarto de baño de la habitación, a súper velocidad, por miedo a que el que la esperaba la viese a través de la ventana. Dejó correr agua sobre ella y con un movimiento muy rápido, se secó al instante.

Peinó su cabello en dos pasadas de peine, y se vistió antes de que Krilin tuviese tiempo de terminar de arrastrarse a la almohada.

A continuación, como persona decente, salió por la ventana.

Vegetto flotaba por encima de la casa. Ella voló hacia él.

“Podrías llamar antes de venir. ¡No hemos preparado nada!”

Vegetto cerró los ojos y se concentró en lo lejos. No había perdido el rastro de energía de la hija de Krilin, a pesar de la poca energía que emitía. Estaba orgulloso de poder seguir a la gente desde tan lejos. Ya a un centenar de kilómetros, sentía por sus movimientos de energía que ella estaba muy emocionada, seguramente al teléfono.

“¿Te has hecho preguntas antes de tener hijos?” le preguntó sin saludos, sin preámbulos y sin rodeos.

“Sí, no sabía si era biológicamente capaz.”

“¿Te sentías con derecho a tener hijos?” especificó el doble Saiyano.

C- 18 se dio cuenta de que eso no era una acusación, y comprendió su punto en común. Su nombre de número siempre le recordaba que no era verdaderamente humana. Como el indestructible Vegetto, estaba a distancia de los otros terrícolas. Y sabía que una versión de sí misma sin el amor de Krilin había suprimido a la mitad de la humanidad.

“Hasta el último pato cojo tiene derecho a tener hijos. Incluso los padres alcohólicos, idiotas y violentos tienen derecho a tener hijos. Es el derecho más universal del mundo. Así que por lo tanto, ve a copular y deja de pensar.”

Y C-18 descendió lentamente hacia la ventana de donde venía. Hizo una pausa para una última frase.

“Ya me dejarás cuidar a tu chiquitín. Cobro un millón de zenis por hora. Precio especial para los padres más ricos del mundo con un niño rebosante de poder.”

Vegetto también quería consultar a un sabio, un maestro, un anciano cuyo peso de los años indicaba su cultura y su ojo vigilante sobre todas las situaciones.

Pensó por un momento en el maestro Roshi, pero consultarle sobre todo asunto que tenía que ver con una mujer era una mala idea.

El maestro Karín era un gato. Sí, un gato. No, Vegetto no le pediría consejo a un gato. Además, a pesar de las apariencias, el maestro Karín era un maestro de artes marciales en primer lugar.

Kamisama ya no existía. Habría podido pedirle consejo a través de Piccolo, pero le resultaba embarazoso. El pequeño Dende, a pesar de ser el nuevo Kamisama, era sin duda demasiado joven.

Kaiosama era una referencia en conocimiento. Pero escuchar buenos consejos rodeados de juegos de palabras malos, no gracias.

A pesar de que había tenido poco contacto con él, podría preguntar al Gran Kaiosama. Un ser remarcable, pero con una absurda máscara de cachondeo que le quitaba enseguida un montón de credibilidad.

Por encima, estaban los dos Supremos Kaiosamas... Y sí, por supuesto, en términos de edad, superaban a todo el mundo, incluyendo algunas cadenas montañosas. Pero los tenía ya como "tutores", en cierta manera, y quería hablar con tanta libertad como fuese posible, tal vez con alguien que no fuese uno de sus conocidos.

Un viejo indio en la cima de una montaña sería perfecto, pero uno bueno. Era Vegetto, no un humano perdido. Le hacía falta la flor y nata de los viejos indios en la cima de una montaña.

Entonces, simplemente...

Vegetto encontró en cuestión de minutos la ubicación del nuevo Namek. Fue allí y comenzó su conversación con Mori, el jefe de aquel pueblo sin duda el más sabio del universo. No bebiendo más que agua, el anciano verde le ofreció un té, luego se sentaron en la casa a salvo de los espectadores, ya que los namekianos vivían en grupos. Después de hablar un poco sobre los agricultores que estaban trabajando con eficacia en las plantaciones de senzus de New Hope, entró en el meollo de la cuestión. Mori pidió que se aclarara.

“¿Cuáles son los aspectos negativos de tener un hijo más?”

“Es peligroso,” dijo Vegetto.

“Hablas del hecho de que los miembros de tu familia tienen un poder lo suficientemente grande para destruir planetas por miles. ¿Qué peligro mayor representa un miembro más?”

“A todos los demás, los puedo parar, e incluso fácilmente. Si tengo un hijo... Nuestros hijos suelen estar condenados a sobrepasarnos. Y en nuestra familia, incluso a superarlos en gran medida.”

“Tienes miedo de que tu hijo, si llegase a ser incontrolable, suprimiese el universo, sin que puedas evitarlo.”

“Sí.”

“¿Pero por qué haría eso tu hijo? ¿Tanto miedo tienes a su crisis de la adolescencia? ¿Por qué crees que se hará malo?”

“Son varias las razones. Por un lado, los Saiyanos son muy violentos por naturaleza, y son conocidos por sus actos de barbaros que se remontan a mucho antes de su trabajo con Freezer... En comparación con el resto del universo, el Saiyano medio es extremadamente cruel y dominante, y fácilmente megalómano si no es retenido por sus colegas.”

“Ninguno de tus hijos es así.”

“Ninguno de los hijos medio terrícolas de Goku y Vegeta es así.”

“Tal vez la educación es más importante que la genética, ¿no te parece? Goku, Piccolo Daimao, son ejemplos convincentes.”

“Tal vez. Tal vez también tuvimos suerte.”

“Hmm...”

El namekiano reflexionaba. No había ido en la dirección correcta. La educación no era el problema. El problema estaba en otro lugar. ¿Por qué Vegetto veía un futuro sombrío? Goku era un optimista de primera, y Vegeta no veía realmente las cosas de manera negra. La actitud de Vegetto le parecía un poco extraña. Los Supremos Kaiosamas sin duda no le habían llenado la cabeza de responsabilidades hasta el punto de volverle paranoico, este guerrero todopoderoso no era tan influenciable.

“¿Por qué tu hijo va a destruir el universo? Ningún Saiyano ha destruido planetas por diversión. Y además querer destruir el universo, no tiene mucho sentido...”

“Algunos han querido hacerlo.”

“Algunos... ¿Como tú?”

Había metido el dedo en la llaga.

“La idea ha pasado por mi cabeza.” Dijo el Saiyano.

“¿Por qué?”

“Me aburro, sé que nunca más voy a tener un oponente a mi nivel. A veces tengo ganas de cargarme todo. Como diversión. Pero no lo haré.”

“Es sólo una idea fugaz. Sólo te ha aflorado, y no te preocupas por tu futuro.”

“No. Yo nunca haré eso. Amo a mi familia, soy sano de espíritu y tranquilo, sé que no lo haré.”

“Pero si la idea le rondase a tu hijo... No sabes si él no lo haría.”

“Sí. Si yo he tenido esa idea... Él también la puede tener.”

“Si tú puedes controlar fácilmente ese impulso, ¿por qué él no podría?”

“Los impulsos, los he tenido. Y algunos incluso casi han costado la Tierra, o el universo. Vegeta es responsable del nacimiento de Cell perfecto, y de la resurrección de Buu. Debido a sus impulsos. Además cuando pasamos a Super Saiyano, nos acercamos al estado de Saiyano primitivo. E ideas extrañas nos vienen a la cabeza, especialmente la primera vez. Soy todopoderoso, pero también soy viejo. Nací con dos veces 60 años de estudio de mis impulsos. Mi hijo, al convertirse en Super Saiyano, será mucho menos preparado. El calmado Goku se volvió muy violento en Super Saiyano. Cuando Vegeta lo hizo también, estaba listo para ir a por todo el imperio de Freezer... Pero prefirió guardar sus impulsos para los androides y su viejo enemigo. Aproximadamente, con mi fuerza, habrían podido destruir el planeta en el que estaban. Por falta de atención.

“Una vez más, eran Saiyanos puros. Tus tres hijos no han tenido tales síntomas al pasar a Super Saiyanos.”

“Es cierto, pero no están a salvo. En Super Saiyano 2, Gohan cambió radicalmente.”

El jefe namekiano tuvo que pensar de nuevo y poner un poco de orden en sus ideas.

“Todo eso son excusas.”

“¿Perdón?”

“Si tu descendencia pierde la cabeza, siempre será tu hijo y mucho menos poderoso que tú durante mucho tiempo... Sabrás hacerle volver a la razón. Tu próximo hijo no es ningún peligro para el universo. Tú lo eres.”

“Acabo de decirte que...”

“... Que sabes controlarte, pero tienes miedo de que no. Sientes una parte oscura poderosa en ti, y eso es lo que te asusta. Te dices que tu hijo también la tendrá.”

“¿Yo soy un peligro para el universo?”

“Mucho más que tu hijo. Tal vez un día, sea tu hijo quien tenga que ponerte a raya.”

“…”

Bulma no volvió a ver a Vegetto durante mucho tiempo. Una vez más, no se sorprendió. Mientras apretaba en el teclado de su ordenador, oyó detrás de ella el débil sonido característico de la teletransportación.

No volteo. En realidad, estaba un poco ansiosa. Vegetto envolvió sus brazos alrededor de ella y acercó sus labios a su oreja. Dejó pasar un segundo.

Bulma miró fijamente ante ella.

Los labios de Vegetto se cerraron y susurró al oído de su esposa.

“¿Tienes algo en contra de los nombres de origen Saiyano?”

Ilustración de :

Eiki       45

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