DB Multiverse

DBM Universo 16: La unión de dos vidas

Escrito por Syl & Salagir

Adaptado por Alice

Cuando Vegetto entró en el cuerpo de Buu, tomó una decisión: mantener su escudo (U16) o liberarlo (U18). Esta es la historia de lo que sucedió después... A pesar de que Vegetto ha salvado el universo, Goku y Vegeta, quienes lo crearon, definitivamente han desaparecido...

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Parte 2 :91011121314
Parte 3 :15161718192021222324
[Chapter Cover]
Parte 2, Capítulo 10.

Capítulo 2: Una apretada agenda

Traducido por Alice

Cuando Gohan y Videl llegaron, todos estaban ya sentados. Chichi exclamó:

“¡Gohan! ¿Cómo es que vienes ahora?”

Gohan le puso la mano en la nuca con una mirada de disculpa a su madre mientras se sentaba.

“Perdón por haber empezado sin ti, pero Vegetto se ha negado a ir a buscaros, no sé por qué... suspiró Bulma.”

Gohan miró a su padre, que le respondió con un guiño y una sonrisa. Gohan se ruborizó hasta las raíces del pelo, pero tomó su parte de comida dignamente y mordió un muslo de pollo con fingida indiferencia. Videl se rió un poco cuando se dio cuenta de la vergüenza que sentía su querido, pero se apresuró a imitarlo tomando su tazón de arroz. Bulma se aprovechó del hecho de que todo el mundo estaba ahí para explicar:

“Mirad, hemos hablado de todo, Vegetto, Chichi y yo de lo que vamos a hacer. En primer lugar, se determinar las fronteras. Los robots van a encargarse de dar la vuelta a este planeta con el fin de calcular la superficie. Lo harán esta noche. Mañana, vosotros iréis a establecer límites.”

“¿Quién está incluido en el "vosotros"?” le preguntó Gohan, sabiendo que él sería designado.

“Me refiero con eso a todo el que pueda desplazarse volando a una velocidad tal que daría la vuelta al mundo en 20 minutos...”

Gohan, Trunks, Goten, C-18, Krilin y Vegetto exhalaron un profundo suspiro. Videl le preguntó:

“¿Yo tengo que ir también?”

“¡No, tú puedes quedarte con nosotras!” respondió Chichi y Bulma a la vez.

La joven suspiró con alivio. Krilin se rebeló:

“¡Pero ella también puede volar! ¿Por qué ella puede quedarse y nosotros no?”

“¿No me digas que te atreverías a enviar a una mujer joven y frágil al trabajo?” se rebeló Bulma.

“Sí, pero... Tengo que cuidar a mi hija... Intentó.”

“¡Nosotras lo haremos, puedes irte tranquilo!” dijo Chichi, acariciando el pelo rubio de Marron.

Krilin apoyó su cabeza sobre la palma de su mano, enfurruñado. La comida continuó con buen humor. Vegetto se comió un poco más aún de lo habitual esta vez, lo que alarmó a todos en silencio, aunque nadie hizo ninguna observación. Al final de la comida, Bulma encendió sus pequeños aparatos -no sin antes haber explicado de nuevo lo que eran- y se los dio a sus amigos que echaron a volar para colocarlos en las direcciones que la científica les había dicho. Cuando todos volvieron, Bulma sonrió con orgullo:

“Mañana por la mañana, de esta manera podremos tener los planos de este planeta. Así podré determinar muchas cosas...”

“¿Por ejemplo?” le preguntó Gohan con curiosidad.

“Bueno, la superficie, el porcentaje de los bosques, los mares, las montañas, el diámetro del planeta, la ubicación de los polos... Enumeró pensativa la científica tomando su maletín de cápsulas.”

En ese momento tomó una cápsula que lanzó a un espacio lo suficientemente grande y vacía, liberando así un gran telescopio. Gohan preguntó, admirado:

“Y eso, ¿para qué es?”

“ Bueno, para poder calcular la distancia entre el planeta y su sol, ver cuántos planetas hay en este sistema, buscar los satélites naturales, calcular el período de la revolución, así como el tiempo de vuelta de Last Hope sobre sí misma...”

Gohan asintió con la cabeza a cada nueva función del telescopio, muy interesado en su funcionamiento. La astronomía siempre había sido uno de sus temas favoritos. Esta atracción databa probablemente de los días en los que, de niño, veía las estrellas con su padre antes de ir a dormirse bajo ellas.

“¿Te puedo ayudar?” dijo el joven a Bulma.

“Claro. Te lo iba a pedir, dijo la joven a su interlocutor.”

Gohan le dirigió una gran sonrisa y luego miró al cielo. El sol estaba ya bien bajo, debería de alcanzar el horizonte en menos de una hora. Queriendo disfrutar de los últimos minutos de sol, se fue con Videl. Krilin miró a Marron, quien estaba jugando con Trunks, Goten y Spike, el lagarto del último de los Son. Sonrió a su esposa:

“Tenemos un poco de calma ante nosotros...”

“¿Y si aprovechamos para escapar un poco?” propuso la androide, devolviéndole su sonrisa.

“¿Dónde?” preguntó el terrícola, dándole una mirada inquisitiva.

“He visto una llanura muy hermosa por allí. Podríamos ir a echar un vistazo.”

La pareja voló en busca de unos pocos minutos a solas. Bulma suspiró, al ver que Trunks, Goten y Marron se iban al bosque con su nuevo amigo. Ella, Chichi y Vegetto estaban por lo tanto, una vez más, solos. Ella miró a la pareja discutir riendo, un poco después decidió ir ella también a explorar esa tierra desconocida. Ella cogió de entre sus cápsulas una especie de pequeño kart que funcionaba con electricidad (Vegetto había insistido mucho en la importancia de mantener el planeta limpio) y partió a través de los caminos. En el campamento, sólo estaban Chichi y Vegetto.

“... Y entonces Goten tuvo que dejar en su sitio al perro. ¡Tendrías que haber visto su cara! El pobre, estuve a punto de decirle a esa buena mujer que no tenía más que tener cuidado con sus animales y coger al perro para dárselo a Goten! contó Vegetto con una sonrisa.”

Chichi se echó a reír, al ver desde ahí la pobre cara de Goten cuando hubo descubierto la cabeza de la dueña del cachorro. Entre dos hipos de la risa, se las arregló para decir:

“Es... ¡Esta en su carácter hacer eso!”

La pareja se rió un poco y luego se calmó. Vegetto decidió continuar con un tema un poco más serio:

“Tú... ¿Piensas volver a casarte, Chichi?”

Ella parecía perturbada. Vegetto continuó:

“Tendrías derecho, después de todo Goku está muerto y si quieres rehacer tu vida...”

Chichi suspiró con una sonrisa:

“No tengo intención de volver a casarme. Goku es mi primer amor, y ocupa un lugar en mi corazón para siempre. No pienso en conocer a alguien más, o incluso amar a otra persona un día.”

Vegetto sonrió. Chichi era una mujer fuerte e independiente. Era cierto que nunca había necesitado realmente a otro hombre en su vida, tenía sus dos hijos y Vegetto con él después de todo. El Saiyano se levantó y se estiró. Se hizo crujir la espalda, y luego dijo:

“¿Y si nos vamos a explorar un poco el sitio en vez de permanecer en el campamento como dos idiotas?”

Sin darle tiempo de contestar, cogió entre sus brazos a Chichi y voló a toda velocidad. Chichi lanzó un fuerte grito que se transformó en un estallido de risa.

“¡Más alto!” pidió.

Vegetto obedeció y tomó altura. Llegó cerca de un lago y descendió en picado, acompañado de otro grito de Chichi. Se estabilizó a unos pocos centímetros de la superficie y sobrevoló a toda velocidad la extensión azul. Chichi deslizó su mano sobre la superficie del agua con un grito de alegría. Pequeñas gotas salpicaban sus rostros sonrientes. Una vez cerca de la orilla, Vegetto se enderezó y retomó altura. Acompañó por un momento a una bandada de aves negras con pico blanco y luego se fue en dirección a una montaña. Se posó sobre una roca plana, donde unas pocas briznas de hierba se erguían aquí y allá. Ante ellos, el sol se unía al horizonte. La estrella del día tomó un color amarillo-naranja antes de volverse naranja ladrillo. Cuando sólo quedó la parte superior del sol, un color rojo impregnó la atmósfera hasta la completa desaparición de la estrella. Vegetto tomó a Chichi en sus brazos para irse al campamento. Ni una palabra fue intercambiada durante el viaje, pero su complicidad se había hecho más fuerte...

Por su parte, Krilin y C-18 también disfrutaban de la puesta del sol. Sentado el uno al lado del otro sobre la hierba verde, contemplaban sin cansarse los rayos desapareciendo detrás del rocoso horizonte. C-18 apoyó la cabeza contra el hombro de Krilin que se ruborizó con el contacto inesperado. Él le dio un rápido beso en la frente, empujado por una repentina ternura, cuando de repente...

“¡Spike, espera!” le gritó Goten a su lagarto que correteaba como si fuera un conejo, con Marron en su espalda.

El lagarto saltó por encima de la pareja lánguida. Goten y Trunks hicieron lo mismo.

“¡Mamá! ¡Papá!” gritó Marron a la vista de sus padres.

Ella se bajó del animal y corrió a abrazar a la pareja entre sus brazos. C-18, enfadada por haber sido interrumpida tan groseramente, agarró a su hija y voló hacia el campamento. Se cruzó con Gohan y Videl, que se cogían de la mano en el aire. Ellos le sonrieron. Ella permaneció a su ritmo, a su regreso, participando en la conversación con su marido:

“Este planeta es realmente hermoso, ¿eh?” dijo Gohan con una sonrisa tonta.

“Sí... La vegetación, los árboles, el cielo inmaculado...” Dijo Videl con la misma sonrisa.

“Uhum, un lugar propicio para una primera vez.” Dijo C-18.

Los adolescentes se sonrojaron como un tomate mientras Krilin miraba a su esposa en shock, sorprendido por su descaro.

“¿Qué es una primera vez, mamá?” Preguntó la pequeña Marron, inmersa en la incomprensión.

“Lo entenderás cuando tengas quince años, querida.”

“¿Quince años? se rebeló el padre. ¡Más bien veinticinco!”

Gohan y Videl se rieron de la sobreprotección de Krilin. Cinco minutos más tarde, llegaron al campamento. Encontraron a Vegetto y Chichi, riendo juntos. Gohan sonrió con la visión, feliz de que a pesar de la entrada en pareja oficial de Bulma y Vegetto, su madre y su padre se llevaban bien. Bulma llegó poco después y puso en marcha sus robots que había dejado fuera para recargarlos, ya que funcionaban con energía solar. Apretó un pequeño botón oculto detrás de la placa superior. Un pitido escapó del aparato, que levitó vibrando unos segundos antes de elevarse unos veinte metros sobre sus cabezas y luego partir en diagonal hacia el norte. Bulma sonrió satisfecha y encendió el otro de la misma manera. Cinco minutos después, los seis equipos se habían ido en direcciones diferentes. Bulma se estiró, y dijo con aire de suficiencia:

“Ahora mis impresionantes máquinas harán el trabajo, volverán cuando hayan terminado, y entonces nos imprimirán un informe de gran tamaño. ¡Mientras tanto, podemos relajarnos!”

“¿Cuándo van a terminar?” preguntó Gohan.

“Depende de la superficie de este planeta.”

El grupo asintió con la cabeza y luego entró en la casa para disfrutar de sus últimas horas de descanso.

Bulma se estiró, con una taza de café en la mano, disfrutando del frescor de la mañana prodigado por el reciente rocío. En el horizonte, el sol estaba empezando a desplegar sus rayos de color naranja en el paisaje. Bulma entrecerró los ojos y frunció el ceño, deslumbrada. Le dio la espalda al sol. No es que no le gustase el amanecer, pero sus ojos cansados no podían soportar la luz que despedía. Bostezó y se estiró de nuevo, tomando un sorbo de café. Una mueca torció sus rasgos. Lo había preparado demasiado picante, no lo suficientemente dulce. Entró en la casa para coger la leche y el azúcar cuando se oyó un pequeño ruido. Ella puso la oreja para escuchar mejor: Un pequeño pitido repetitivo se acercaba a ella. Se volvió y se encontró cara a cara con sus seis robots. Las máquinas se pusieron a su altura e imprimieron al mismo tiempo sus datos. Bulma tomó los papeles que ojeó de un vistazo, con una sonrisa en los labios. Terminó su bebida de un solo trago y luego entró en busca de un tablón grande de corcho, que abrió y desplegó en el exterior. Por encima, fijó con chinchetas los seis mapas todos juntos. Una vez terminado el rompecabezas, leyó las informaciones impresas: Cada mapa tenía setenta centímetros por treinta y cinco, y una pequeña indicación especificaba que en cada mapa un centímetro equivalía a cien kilómetros, por lo que el diámetro del planeta era de veintiún mil kilómetros, dos veces menos que la tierra. Había un solo continente muy grande. Había un 57% de agua y un 43% de tierra, sin ningún desierto seco. En tierra, los bosques eran un 41%, las montañas el 24%, y todo lo demás eran colinas o valles, ¡lo que era más que positivo para la agricultura! Vio un considerable número de ríos atravesar todo el mundo, lo que le hizo sonreír de alivio: no haría falta demasiado trabajo para irrigar los campos. Dividió la superficie cultivable en dos, y colocó puntos de referencia en los mapas durante una hora. En ese momento, oyó un ruido afuera. Bulma se volvió y vio que Vegetto miraba con curiosidad el panel.

“Así que…” Murmuró pensativo.

“ ¡Sí! Es tu planeta. Por otra parte, tendrás que dar nombres a las diferentes partes de este planeta, para que podamos entendernos.”

Vegetto asintió al seguir observando el mapa. Suspiró:

“Va a hacer falta un trabajo bastante titánico aquí...”

“Lo confirmo.” Pero sois Saiyanos, podéis hacerlo sin problemas.

Vegetto se rascó la cabeza y luego tomó un lápiz y escribió en las hojas:

“Aquí conecto las marcas que me has hecho. Digamos que estos son los seis países del mapa. Voy a llamarlos... Porunga, Shenron, Karin, Dende, Popo y Piccolo.”

Bulma se rió de la originalidad creativa del Saiyano.

“Discúlpame, no tengo imaginación. Suspiró. A continuación, al gran bosque aquí lo voy a llamar Gohan, los más pequeños alrededor son Trunks, Goten y Krilin... El océano, bueno, no habrá más que uno al que llamaré "océano"... Para el gran valle, esto será Chichi, esto Bulma...”

“Quedan dos grandes montañas.” Dijo Bulma. Y entonces le habrás puesto nombre a lo principal.

“Vamos a llamarlas Goku y Vegeta. Simple.”

“Deberías dedicarle más tiempo...” Dijo de todos modos Bulma.

“No, no quiero complicarme la vida. Con esto, ya sabremos dónde está cada cosa, está bastante bien.”

“Mira que eres vago...”

Vegetto le sonrió con tono encantador y luego fue a dejar el bolígrafo.

Unas horas más tarde, todo el mundo estaba despierto, vestido y listo para su día de trabajo.

“En resumen. Dijo Bulma con una fuerte voz, y un papel bajo los ojos. Gohan, Videl, Trunks, Goten, Krilin y Vegetto, iréis a poner los límites que os he dado en los puntos indicados en el mapa. ¿Por cierto, cada uno tiene el suyo?”

Los seis hombres asintieron. Goten, aturdido, le preguntó:

“Pero en realidad, ¿qué sentido tiene?”

“Ya lo he explicado por lo menos tres veces...” Suspiró Bulma.

“Se utiliza para dividir el continente en dos partes iguales. Es para dibujar líneas a lo gordo. Le dijo Trunks a su amigo.”

Goten abrió la boca como diciendo "¡Ah, es eso!". Una vez que Goten hubo vuelto a poner atención en Bulma, ésta respondió:

“Así que una vez que lo hayáis hecho, volved. Os daré las otras órdenes en ese momento.”

Todos asintieron y echaron a volar bruscamente. Una vez que los guerreros estuvieron fuera de la vista, Chichi suspiró, con una sonrisa de éxtasis flotando en sus labios:

“Ah, por fin entre chicas...”

En efecto, sólo quedaban Chichi, Bulma, C-18 y su hija en el campamento. Chichi tomó entonces un termo y llenó tres tazas de un té todavía humeante. ¡Marron no se había despertado todavía y las tres mujeres estaban decididas a disfrutar de la tranquilidad para relajarse! Bulma y Chichi monopolizaban la conversación, mientras que C-18 era de un carácter más bien taciturno. De tema en tema y de chisme en chisme, las tres mujeres habían llegado a hablar de su vida familiar:

“... ¡Y entonces Trunks lo rompió por completo! ¡Os lo juro! ¡Mi jarrón favorito!” dijo Bulma indignada.

Chichi negó con la cabeza, indignada por tanta torpeza, mientras C-18 tomaba otro sorbo de té.

“¡No os he dicho lo que me ha hecho Gohan! ¡Imaginaos que el otro día, queriendo abrir la puerta, aplastó completamente el pomo! ¡No puede permitirme el lujo de comprar pomos cada dos días!”

Fue el turno de Bulma de negar con la cabeza mientras C-18 tomaba otro sorbo de su té. En silencio, la androide estaba observando la vida familiar de las otras dos mujeres, sin entender mucho. En efecto, desde su transformación, que estaba a años luz de distancia de todas esas reuniones femeninas, que consistían todas en una sola cosa: Contar su vida tomando una bebida caliente. Ya no disfrutaba realmente de esas pequeñas conversaciones, salpicada de chismes sacados directamente de la serie "Los chismes de Satan City". En esos momentos, la androide sólo tenía un deseo, largarse a alta velocidad. Sólo la gratitud a Bulma, que le había incluso permitido tener a su cría, la movía a aceptar quedarse con una pequeña sonrisa. Mientras Bulma terminaba de indignarse por la nueva manía de Trunks de dejar los calcetines sucios tirados por todas partes, C-18 terminó su último sorbo de té. El líquido le quemaba la garganta un poco.

Gohan clavó los ojos en el mapa que tenía en sus manos, se detuvo de pronto para lanzar una mirada frenética alrededor. Era el mismo lugar, estaba seguro. Rápidamente aterrizó y plantó el aparato que Bulma le había dado sólo una hora antes. Una vez que se aseguró que el borde estaba incrustado firmemente en el suelo, despegó en dirección al campamento. El viento azotando su rostro le daba tal sensación de bienestar que aceleró de repente, queriendo reforzar su sentimiento de alegría. Volar era algo que Gohan siempre había adorado hacer: cada vez que volaba, se lo pasaba realmente genial. Tomado por un deseo repentino de soledad, se posó bajo la sombra de un árbol grande de la montaña que sobrevolaba. Su cuerpo estimó la temperatura en veintidós grados. Una ligera brisa le hacía volar el mechón en la frente. Arrullado por el sonido de la vida silvestre circundante, cerró los ojos, dispuesto a dormirse, cuando una pisada humana rompió su trance:

“¿Entonces, hijo, descansamos?”

“Si quieres... Un poco de calma es siempre una fuente de bienestar, tú lo sabes cien veces mejor que yo.”

Vegetto se tumbó junto a su hijo tranquilamente. Un largo y pacífico silencio se llevó a cabo entre los dos protagonistas. Uno de esos silencios que no es signo de vergüenza, sino de serenidad, uno de esos silencios que dicen mucho acerca de lo que la gente piensa, y hablan más que una infinidad de discursos reunidos. Vegetto fue el primero en romper el silencio:

“Gohan, ¿cómo estás con Videl?”

“¿Por qué me lo preguntas?” dijo el joven ruborizándose.

“Porque me da la impresión de que todo este asunto es en serio... ¿Sabes cómo conocí a tu madre, no?”

Gohan sonrió al recordar el relato de Chichi, del torneo, y de pronto el matrimonio, y su llegada... Pero una pregunta le acuciaba. Una pregunta que pensó con cuidado antes de tener la audacia de preguntarla:

“¿Y me podrías explicar un misterio?”

“Lo puedo intentar...”

“¿Cómo es que Vegeta y Bulma llegaron a... Salir juntos?”

Vegetto se rascó la cabeza un poco, rebuscando en esa parte de sus recuerdos. Decirlo tal cual era definitivamente la mejor solución. Él respiró hondo y comenzó su historia:

“En realidad, como te imaginarás, no fue el verdadero amor de inmediato... De hecho, sin duda sabes que Vegeta era mucho menos inocente que Goku. A años luz de su forma de pensar... - Gohan asintió con una sonrisa - Y bueno, cuando estaba con Bulma, hacía mucho tiempo que no... Cómo decirlo... -Gohan hizo una mueca para indicar que ya había comprendido - Y Bulma estaba allí, ella acababa de volver a discutir con Yamcha, y empezaba a encontrarle un cierto encanto. Obviamente, él lo sabía. De hecho, lo sentía. Siempre tuvo una especie de sexto sentido sobre las intenciones de la gente hacia él. Y entonces, sucedió. Pero no creas que estaban completamente desprovistos de sentimientos. En realidad, él también empezaba a encontrar algo en Bulma. Y así sucedió una vez, luego dos... Y así sucesivamente. Los dos tenían claro lo que querían: El placer corporal. Pero él empezó a querer más. Necesariamente, Bulma aceptaba por completo, pero en cuanto a Vegeta... Era una historia diferente. Él se sentía frustrado porque no podía llegar a la forma de Súper Saiyano, y también porque sentía que estaba desarrollando una especie de dependencia hacía Bulma. Por supuesto, él quiso dejarlo todo de golpe. Era su manera de hacer las cosas. Pero mientras tanto, Bulma se quedó embarazada, y entonces él pura y sencillamente se fue.”

“No es en absoluto lo que yo me esperaba...” Soltó Gohan, estupefacto. Pero continúa.

“Y luego pasó lo de los androides, luego lo de Célula... Y volvió. Se dio cuenta de ciertas cosas, y así volvió a su casa para cuidar a su familia, y reencontrarse con Bulma, que él nunca pudo realmente quitarse de la cabeza.”

Gohan resopló. ¡Todas estas revelaciones eran suficientes para darle un dolor de cabeza! Después de unos segundos, Vegetto dijo:

“Será mejor ir a casa, van a preguntarse a dónde hemos ido...”

Gohan asintió con la cabeza, y se puso de pie. De esta forma, el padre y el hijo regresaron, sin decir una palabra.

Ilustración de :

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