DB Multiverse
DBM Universo 16: La unión de dos vidas
Escrito por Syl & Salagir
Adaptado por Alice
Cuando Vegetto entró en el cuerpo de Buu, tomó una decisión: mantener su escudo (U16) o liberarlo (U18). Esta es la historia de lo que sucedió después... A pesar de que Vegetto ha salvado el universo, Goku y Vegeta, quienes lo crearon, definitivamente han desaparecido...
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Parte 2 :91011121314
Parte 3 :15161718192021222324
Capítulo 5: Un día con Bulma
Traducido por Alice
“¡Muchachos! gritó Vegetto en el pasillo. ¡Venid pronto, vamos!”
“¡Estupendo! exclamaron Goten y Trunks mientras bajaban las escaleras a toda velocidad.”
Habían pasado tres meses desde la gran discusión. Ahora, las cosas eran más fáciles. Goku y Vegeta estaban "muertos" desde aproximadamente seis meses, cada uno había hecho su duelo y tenía más o menos aceptado a Vegetto como una persona completa, y todo el mundo lo apreciaba por sus cualidades. Había heredado la bondad y la paciencia de Goku y la susceptibilidad y el humor tan particular de Vegeta.
“¿A dónde vais? le preguntó Bulma.”
“Vamos al parque de atracciones. Estaremos de vuelta para la cena. Explicó el Saiyano.”
“Nada de locuras, ¿eh? advirtió Bulma, maternal.”
“¡Todo estará bien, no te preocupes! sonrió Vegetto cuando, por reflejo, le dio un beso de mariposa en los labios a su amada, que se quedó... Sin palabras.”
“¡Hasta esta noche! Se apresuró el medio príncipe, empujando a la sorprendida pequeña banda.”
Vegetto maldijo esa costumbre compartida por ambos padres, y por lo tanto obligatoriamente transmitida. Bueno, los cromosomas, también son tan aleatorios como una tirar una moneda: una oportunidad entre dos... Tratando de evitar entrar en estos debates internos matemáticos, echó a volar cuidando de que sus pequeños pillines no se le escapasen. En el aire, se olvidaba de todo. El viento en su rostro le relajaba hasta un punto en el que sonrió inconscientemente.
Bulma, en su casa, se quedó desconcertada. ¿Fue por costumbre prenatal que Vegetto la había besado, o por deseo de verdad? Quería contárselo a alguien para descargarse y pedir ayuda. Chichi estaba descartada, a ella le daría un ataque. Tampoco se podía implicar a Gohan... Krilin no sabría qué decir, y C-18 siempre se había sentido avergonzada con estos temas. Yamcha había desaparecido del mapa desde la victoria del equipo Z... Sólo había una persona, una chica con la que se llevaba bastante bien, y que vivía cerca de ahí. Marcó el número.
“¿Hola? dijo la voz de Videl en el teléfono.”
“¿Videl? Soy Bulma. Se presentó la directora de Capsule Corporation.”
“¡Ah, Bulma! ¿Cómo estás?”
“¡Muy bien! Pero necesito algo de consejo y he pensado en ti. ¿Te importaría venir conmigo?”
“¿Ahora? Mmm... ¡Muy bien, ahora voy! dijo Videl, después de un microsegundo de duda.”
Ella colgó el teléfono. Esperando su llegada, Bulma hizo café y puso fuera una mesa, para estar más cómodas. Videl llegó quince minutos más tarde, volando por los cielos.
“¡Hola Bulma! saludó al aterrizar.”
“¡Videl ! Siéntate, he hecho café.”
La joven mujer agradeció a la mayor, se sentó y luego preguntó:
“Entonces, ¿qué es lo que te preocupa?”
“Bueno... Hace un rato, Vegetto se llevó a los pequeños a un paseo en el parque de atracciones...”
“¡Eso está bien! Realmente es un padre cariñoso.”
“Sí... Pero cuando se fue, me besó.”
Videl casi se atragantó. Ella tosió con fuerza y dijo entre toses:
“C... ¿Cómo?”
“Y ya ves, yo no sé cómo tomármelo.”
“Pero si él te dio un beso, ¿es que él siente algo por ti?”
“Bueno, lógicamente, sí, pero también es algo que Vegeta hacía antes, así que me pregunto si esto no es una vieja costumbre que ha resurgido.”
“¡Pero sea un hábito, o venga de él, es una prueba de sus sentimientos! exclamó Videl.”
“¿Qué? le preguntó Bulma, confundida.”
“Bueno, ¡nos dijo claramente que incluso si tenía recuerdos de antes, pensaba y actuaba por sí mismo, por lo que si no le gustas no lo hubiera hecho! ¡Vale, puede que se haya dejado llevar por la costumbre, pero sus sentimientos le habrían llevado a hacer eso!”
Bulma reflexionó.
“Sí, pero... Y si... comenzó.”
“Mira, si ponemos a Satan City en una botella, si hacemos hablar a las abejas... Actúa, pregúntale, porque si permaneces indecisa así, vuestra situación no avanzará...”
“Pero... ¿Y Chichi?”
“Si a él no le gusta, no lo obligues a esforzarse por la memoria del Sr. Son. ¡Gohan me ha dicho que estaba en casa cada dos días! Está ya bien, ¿no? Conozco a gente que no haría tanto.”
“Yo... Supongo que tienes razón... Concluyó Bulma.”
“¡Por supuesto! Tengo razón a menudo, si no siempre. Bromeó Videl.”
Pasaron la tarde juntas hablando de cualquier cosa. Una vez que llegó la noche, Vegetto y los niños se perfilaron en el horizonte. Al ver a Bulma el Saiyano se perturbó ligeramente, pero hizo todo lo posible para no dejar que se notase. Aterrizaron y Videl les saludó:
“¡Vaya, hola chicos! ¿Habéis tenido un buen día?”
“Sí, fue... Comenzó Trunks.”
“¡Súper genial! concluyó Goten levantando su puño.”
Ambos chicos se rieron. Vegetto dijo:
“¡Banda de pequeños monstruos, entrad en casa a tomar una ducha!”
Los dos muchachos hicieron una carrera para entrar. Bulma le preguntó con una sonrisa:
“¿No te lo pusieron difícil?”
“Bien... En realidad, yo también me lo he pasado bien... Confesó Vegetto.”
Bulma sonrió. Videl, sintiendo que tenía que irse, dijo:
“¡Bueno, me voy! ¡Nos vemos!”
Y en un abrir y cerrar de ojos, despegó. Bulma dio el primer paso:
“Acerca de lo de antes... El beso...”
Vegetto se sentía un poco avergonzado, pero no se escabulló:
“Es porque... Tenía ganas… Explicó el Saiyano.”
Bulma le dirigió una mirada divertida. Él decidió explicarse más:
“De hecho... Yo me había decidido hace mucho tiempo, pero necesitaba algún tiempo para que Chichi y tú aprendieseis a conocerme... Y además, yo no sé si me amas... De verdad...”
Bulma se sentía muy atraída por Vegetto. Para ella era un poco como el hombre soñado: Una mezcla de los dos extremos que eran Goku y Vegeta no podía dar a luz sino a un hombre bien equilibrado. Ella dijo:
“Bueno, yo... También me siento atraída por ti. Dijo ella, eligiendo sus palabras. Pero hace tan poco, tres meses...”
Vegetto suspiró:
“¡Ya lo sé! Vamos a esperar un poco más. Ya me dirás lo que sea… Cuando te sientas segura.
Bulma asintió con la cabeza y con un acuerdo tácito, no hablaron más de ello.
“¿Entonces, cariño? ¿Cómo ha sido el fin de semana en casa de Trunks? preguntó Chichi, lavando los platos.”
“¡Fue impresionante! ¡Papá nos llevó a un parque de atracciones! Y besó a Bulma.”
Se escuchó un ruido de vajilla rota.
“¿Qué?” exclamó la madre.
Bulma estaba lavando sus platos silbando cuando sonó el teléfono:
“¿Hola? dijo mecánicamente llevándose el auricular a la oreja.”
Fue entonces cuando oyó la voz estridente y no muy amigable de Chichi:
“Bulma, ¿qué es este circo?”
Bulma se preguntó durante algunos segundos si se volvería sorda a causa de esa llamada. Chichi, literalmente, aullaba en el otro extremo del cable.
“¡Goten me lo ha dicho todo! ¡Así que te dio un beso!”
Bulma dejó escapar una especie de sonido estrangulado. ¡Pequeña cucaracha! Ella dijo:
“Sí, sí.” Admitió Bulma.
“¿Y por qué hizo eso?”
“Me dijo que fueron sus sentimientos los que lo empujaron... A hacer eso...”
“Pero... Pero... ¿Y mi familia? tartamudeó Chichi, al borde de las lágrimas.”
“¡Él no os abandonará, no te preocupes! Pero le dije que esperase un poco. Es aún muy pronto, y... No quiero precipitarme para que luego suframos todos en el futuro...”
Chichi no dijo nada. Bulma se preocupó.
“¿Chichi? Chichi, ¿me oyes?”
Luego, en su oído sonó el habitual " bip... bip... bip... ". Bulma colgó después que su amiga. Preocupada, marcó el número de Vegetto.
Efectivamente, fue una victoria de las dos familias que no habían obtenido nunca sobre Vegeta y Goku por separado: que pudiese ser localizable y por lo tanto llevase con él (en el bolsillo o en la cintura, no en el oído y ante el ojo, lo que casi le sorprendió) un teléfono móvil.
“¿Sí? dijo la voz grave del Saiyano.”
“Vegetto, soy Bulma. Estoy preocupada por Chichi, Goten le contó cosas...”
“No digas nada más, ya me ocupo...”
Colgó sin despedirse y se teletransportó de forma igual de brusca. Aterrizó en frente de una Chichi en lágrimas.
“¡Chichi! ¿Qué está pasando?”
Se arrojó sobre él y empezó a sollozar.
“Por favor, no nos abandones... Se quejó la madre.”
“Pero... ¿Quién ha dicho que os iba a abandonar? preguntó Vegetto.”
“Sí... Te vas con Bulma... Vas a estar lejos y...”
“¿Qué? exclamó Vegetto.”
No podía imaginar que una mujer tan fuerte y segura de sí misma como Chichi pudiese tener temores tan infantiles. Él la agarró por los hombros y dijo:
“¡Chichi, incluso si me fuese con Bulma no os abandonaría!”
Chichi lo miró con los ojos brillantes de esperanza. Vegetto dejó escapar un largo suspiro.
“Pero, ¿cómo te se te ha podido meter eso en la cabeza? Tres meses son, sin duda, muy poco para conocer a alguien ... Chichi, sois mi familia, yo nunca haría eso ...”
Chichi trató de calmarse, pero no pudo secar sus lágrimas. Vegetto suspiró aún más que antes, exasperado.
“Venga, deja de llorar... Dijo secándose las lágrimas a Chichi con la punta de los dedos.”
Chichi le dirigió una sonrisa cansada.
“Tienes razón, en qué estaba pensando, yo... Susurró, con una leve sonrisa en los labios. Escucha, esta noche voy a hacer tu comida favorita. ¿Te quedas?”
“¡En ese caso, sí que quiero! respondió Vegetto, atraído por la promesa de buena comida...”
Chichi se rió y empezó a cocinar. Vegetto se sentó en el sofá y hablaron un poco de todo: Del día con Goten y Trunks, del alquiler exorbitante de las grandes ciudades, del hermoso clima de verano, de las criaturas extrañas que Goten traía a veces de sus salidas al bosque... Bueno, realmente de cualquier cosa, como una familia muy normal. Vegetto apreciaba esas conversaciones tranquilas con Chichi. Aunque ella no fuese una mujer de la campiña, era realmente culta y abierta al mundo. Chichi también le gustaron estas conversaciones. Hablar nunca había sido el punto fuerte de su marido, ahí también cambió la antigua atmósfera de su casa. Una hora más tarde, la cena estaba lista.
“¡Genial!” dijo Vegetto, sentándose en la silla.
“¡Espera, grosero! ¡Los chicos no están aquí!”
“¡Pero tengo hambre! protestó el Saiyano.”
“¡Espera de todos modos!”
Vegetto centró su energía en su hijo. Todavía estaban en el bosque. Les llamó por el pensamiento:
“¡Gohan, Goten, es hora de comer, volved pronto!”
Gohan y Goten se dieron prisa. Tenían demasiado miedo de lo que podría hacer Vegetto si llegaban tarde a la hora de comer. Cinco minutos más tarde, llegaron:
“Estábamos entrenándonos un poco...” Se justificó Gohan.
“¡Mamá, he encontrado una tortuga! dijo Goten, enseñando al pequeño reptil.”
“¡Está bien, pero suéltala! ¡Tiene que vivir en la naturaleza!” dijo Chichi.
“Sí, mamá...” Se quejó Goten, decepcionado.
Y la comida pudo por fin comenzar.
Vegetto devoraba todo lo que se le ponía bajo la mano tan rápido que incluso Gohan y Goten lo miraban, sin palabras.
“¿Puedo tomar más?” pidió Vegetto con la boca llena, tendiendo su plato.
“Sí...” Dijo Chichi, consternada.
Gohan y Goten se apresuraron a comer antes que su padre se hubiese tragado todo.
“¿Puedo tomar más? preguntó Vegetto de nuevo por séptima vez.”
“Ya no hay más... Dijo Chichi. ¡Era la primera vez que había visto a alguien comer tanto, y ya era decir! Vivía con Saiyanos desde hacía años...
Gohan miró de manera extraña a su padre.
“Papá, ¿hay algún problema?”
“No, pero todavía tengo hambre... Siento que cada vez que tengo un poco más de hambre...”
“Ve a ver a Bulma, aquí ya no hay mucho más... Sugirió Chichi.”
Vegetto se levantó.
“¡Vendré mañana a pasar el día con vosotros! ¡Buenas noches!”
Y desapareció.
“¡Hola, Bulma, no tendrías nada de comer? Tengo uno de esos antojos...”
“¿Sabes qué hora es? le regañó Bulma antes de suspirar: Venga, voy a prepararte algo...”
Y una hora más tarde, volvió a suceder lo mismo.
“Vegetto, ¿te sientes bien?”
“Sí, sin embargo... Es extraño... dijo Vegetto.”
“Ve a ver a Dende... Tal vez sepa algo más... Dijo Bulma, preocupada.”
“OK. ¡Vendré dentro de dos días a pasar el día con vosotros! ¡Bye bye!”
Y desapareció sin más. Una vez en la tierra de los dioses, se encontró inmediatamente con Dende y Piccolo.
“Dende, yo...”
“Ya lo sé. Le cortó el pequeño namekiano. Lo he visto desde aquí...”
“¿Sabes qué pasa?”
“No más que tú, pero al parecer la comida de la tierra ya no te sirve... Desde que naciste, comes más y más...”
“Pero... ¿Qué voy a hacer? ¡No quiero morir de hambre! exclamó Vegetto, presa del pánico. ¡Habiendo sobrevivido a todos esos peligros, sería la cosa más tonta que le pudiese pasar!”
“Tengo una solución. Dijo Piccolo. Ve a ver a Karin y pídele senzus.”
“¡Bien, gracias Piccolo!”
Y se alejó volando. Karin lo esperaba encaramado en la cornisa.
“Karin-sama, yo...”
“Ya lo sé... Le cortó el gato.”
“Parece que las noticias vuelan...” Murmuró Vegetto.
“Tengo tres senzus aquí... Toma una.”
Vegetto se tragó la pequeña judía y se sintió un poco mejor.
“¿Podría tomarme otro?” preguntó tímidamente.
El gato le dio suspirando su segunda Senzu. Vegetto se la tragó rápidamente.
“Ya estoy mucho mejor. ¡Gracias Karin-sama!”
“Pero, ¿cómo lo vas a hacer si necesitas el mismo número en cada comida?”
“Ah, bueno... balbuceó Vegetto. No lo sé... ¿No se puede hacer una mayor cosecha de senzus?”
Karin reflexionó.
“Escucha. Le dijo el gato. Voy a pensar en ello. Tú vete a casa. Me pondré en contacto contigo tan pronto como vea una solución a tu problema.”
Vegetto se fue, preocupado por lo que le pudiese suceder. Traicionado por la comida... Si lo hubiera sabido...
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