DB Multiverse
Hanasia, Reina de los Saiyanos
Escrito por Salagir
Adaptado por Alice
Esta historia tiene lugar en el planeta de los Saiyanos, hace 1000 años, mucho antes de que se convirtieran en los asesinos de poblaciones enteras que sembraron el miedo en toda la galaxia, en la era del Rey Vegeta...
Si alguna vez te has preguntado cómo estas personas tan poderosas vivían como una sociedad, si quieres saber cuál fue el destino de los guerreros legendarios antes de Broly, si las aventuras de un luchador frenético y emocional en un mundo de matones te tentan, entra en el mundo de la saga de Hanasia.
Parte 1 :123
Parte 2 :4567891011121314151617
Respuestas
Traducido por Alice
Hanasia ya no sentía el poder del Saiyano Milenario.
En el planeta, todos miraron hacia el cielo, pensando que olveria. Pero no lo hizo.
— Está bien, ha muerto, dijo ella, volando hacia su aldea, lentamente. Una mitad miraba al cielo, la otra a Hanasia.
— ¡El hombre rojo te trajo a la vida! Gritó Harik.
— No estaba muerta, él solo me curó. La gente no vuelve a la vida.
— ¡Los guijarros gigantes se alejan!
— ¿Qué son estas cosas?, preguntó ella, viendo las naves Tsuful volando. Algunos habían lanzado rayos poderosos y traian consigo los restos de las naes destruidas por Romanesco.
— Uh... francamente no lo sabemos.
— ¿Y todos esos tipos?
— Obviamente son el ejército... enviaron juntos una enorme esfera de poder que arrojó al Saiyano Milenario hacia el cielo.
— Vi eso. De hecho, esto me recuerda... ¡Nizouki!
El ejército Siyano escaneó el cielo.
— Él no desciende.
— Entonces, ¿está muerto?
— Después de haber visto todo lo que resistio antes, no creo que su cuerpo sea destruido. Debería caer en cualquier momento.
— ¡Él quedo incrustado en el cielo! Él superó la altura donde nadie puede respirar, ¡y se estrelló en el cielo!
— Estás diciendo tonterías, el cielo es interminable.
— Sí, ¡como el fondo del océano!
— Dado todo lo que recibió, creo que todavía se encuentra elevandose. Él caera em ,uchoas días, quizá.
— ¡Entonces, por fin estará muerto!
— ¡Por supuesto!...
Se acabó, habían vencido a Romanesco y el general estaba muy orgulloso. Pero de repente sintió una presencia hostil.
— Nizouki.
— ¡Gaah! Dijo, descubriendo a Hanasia detrás de él, parándose al instante, y lo más importante, estaba con vida, ni siquiera se encontraba herido.
— ¡Pensé que te había matado! Djo Nizouki.
— ¿Habría sido conveniente para usted, verdad general?
— No, no... al contrario, estoy contento... Tu lucha lo demostró... tenía razón. ¡De hecho, eres la única Saiyana en el mundo que pudo competir con el Saiyano Milenario! Y, continuo en su cabeza, incluso los Tsuful piensan eso.
— Te prohibí que volvieras aquí.
Derrepente, un escalofrío invadio la zona, y los elementos más cercanos del ejército, generales en su mayoría observavan la escena, congelados por la tensión repentina, combinado con el extraño aura de esta chica que parecía muy fuerte a pesar de su apariencia y su edad... que era casi ¡superior al legendario general Nizouki!
— No solo estás de vuelta, sino además, trajiste contigo al monstruo que destruyó mi pueblo... Pero lo peor de todo esto es que... volviste después de lo que hiciste... te atreves a reaparecer, aún cuando ayer enviaste a tu demonio asesino, ¡tu maldito asesino! Felicidades, de hecho me hizo más fuerte... ¡¡Pero no será para tu beneficio!!!
— Uh... ¿parece que en realidad no hablabas de Romanesco?
— Cualquiera que sea el nombre de este degenerado... mató a mis aldeanos... ¡¡mató a mi padre!!
— Pensé que la gente de tu pueblo estaba bastante segura, dijo Nizouki mientras miraba a las personas que desde lejos y se acercaban, pero inevitablemente mucho más lento que Hanasia. Les tomara un momento para que lleguen hasta aquí.
— ¡Pensaste mal!El aire se calentó alrededor de Hanasia y un viento arremolinado la rodeó. Todos estaban sorprendidos. Ella movió su mano y simplemente al señalarlo, se sintió aplastado, aplastado por su fuerza. Él tembló y reunió su energía.
Entonces, de repente, escapó de su abrazo y, por reflejo, corrió hacia ella para asestar un golpe mortal. Pero cuando estaba a punto de tocarla, fue rechazado por un aura repentina que provenía de ella, brillante e inflada por la energía, que lo empujó como lo haría un viento de alta potencia.
— Tu verdadera fuerza... es la del Saiyano empático... ¿y aún así pretendes matarme...?
En las filas del ejército, esta transformación había aterrorizado a todos. Nunca habían visto al Saiyano Milenario de cerca, acababan de disparar sobre un aura brillante. Verlo de nuevo indicaba que... ¡Él había sobrevivido!
Todos reanudaron su posición de ataque, y se movieron para tener a Hanasia a la vista. El aire se volvió opresivo...
Nizouki lo sintió y entendió su reacción. Él mismo se sorprendió al ver a Hanasia brillar intensamente, pero a pesar de las similitudes, sabía que no era el mismo tipo de aura que tenía Romanesco.
Puede ser hora de salvar su vida.
— Ella no es el Saiyano Milenario, les gritó a los demás. ¡Ella es la guerrera que entrené para luchar contra él!
Ante el asombrado silencio de los demás, continuó.
— ¡Ella luchó en igualdad de condiciones con él cuando llegamos! Sin ella, ¡el Saiyano Milenario habría tenido tiempo de destruir todo nuestro mundo! ¡Ella es Hanasia, el Saiyana más poderosa del mundo! Ella no es nuestra enemiga, al contrario, ¡deben agradecerle que seguimos vivos!
Hubo un alboroto general en la audiencia. Los comentarios, impulsados por el anonimato de la multitud, abundaban.
— Ya tratamos con uno, ¡podemos tratar con otro!
— Esta luz no es normal, ¡lo hemos visto hace poco!
— Si ella es tan fuerte, entonces, ¿por qué no es nuestra reina?
— Es una trampa, ¡ella es el Milenario!
— ¿A quién le disparamos entonces? ¿A una nube tal vez?
— Bueno, tal vez.
— ¡Silencio! gritó Nizouki al ejército. De hecho, hemos alejado al verdadero Saiyano Milenario. Puedo asegurarles que él está perdido en el cielo infinito.
— Incluso diria que esta muerto.
— ¿Qué? Dijeron varias personas.
— Está muerto, dijo Hanasia. Sentí su presencia alejarse desde que dejó la tierra... Sentí que su presencia escapaba cada vez más rápido, y de repente no lo sentí más. Está muerto.
— ¿Puedes "sentir" su presencia? El general preguntó incrédulo.
— ¿Crees que solo obtuve fuerza y algo de luz...?
— No... no, dijo Nizouki, quien notó que ella le hablaba mucho menos educadamente que antes, pero estaba menos determinada a matarlo. Regresó su atención al ejército. ¡Está muerto! ¡Nuestra misión esta completa!
Hubo un ligero alivio en las filas. Algunos Saiyanos comenzaron a irse. Nizouki comenzó un movimiento también.
En la cabeza de Hanasia, regresó la imagen del niño en su aldea que fue asesinado tan violentamente. La visión de su torso rasgado la disgustó.
— Espera, Nizouki. Su voz era fría, muy fría y se dio cuenta de que esta vez no podría escapar. ¿Hubo alguien más ademas de usted quien participó en la decisión de enviar al guerrero de ayer? ¿Y has entrenado a otros asesinos como él?
— ¿Qué guerrero de ayer? ¿Romanesco?. ¡Llegó allí hace solo una hora!
— ¡No, no el Saiyano Milenario! ¡El asesino que nos ataco ayer!
— ¡¿Ayer?!
— ¡No lo niegues, máldito!
— ¡Solo tuve tiempo de regresar a la capital, llegué hoy!... ¡No envié a nadie! ¿Quién es este asesino?
Hanasia sabía que el viejo general no era tan cobarde como para mentir y salvarse la vida. Su asombro en su rostro, en verdad no tenía idea de lo que estaba hablando.
— Esto es frustante, sabes... muy frustrante. Ella bajó la cabeza y comenzó a llorar nuevamente. Ella se destransformó y volvió con los miembros de su pueblo.
— ¡Hanasia! Gritó Nizouki. ¡Ahora eres la más fuerte de los Saiyanos! ¿No quieres ir a la capital?
Hanasia llegó cerca de los aldeanos. Ella tomó a Harik que corría hacia ella y lo abrazó. Luego se volvió hacia su mejor amiga y también la abrazó. Luego continuó con los Saiyanos más cercanos, mientras dejaba que las lágrimas fluyeran por su rostro.
Y todos regresaron felices a su hogar porque Hanasia mostró una cara feliz, sus lágrimas eran de felicidad. La felicidad de que todo habia terminado.
— Vamos, busquemos un buen lugar. Debemos reconstruir el pueblo.
— ¡Podrías ser la Reina! Gritó Nizouki.
Miró a la gente de la aldea que se marchaba ignorándolo. Él también dio media vuelta y regresó a la capital.
— Mantenga a la tortuga cerca, será útil como medio de comunicación con la chica mientras ella no esté en la capital de Saiyana, dijo Chiin-Lee mientras ataban el equipo, administrando el regreso de sus ejércitos.
— Pero esta chica...
— Ya no habran más sorpresas. Haremos una reunión al respecto. Por ahora, todos debemos descansar un poco.
— No es necesario atacar a la chica. Su corazón es puro.
Todos los Tsuful se volvieron abruptamente hacia el gigante rojo que acababa de reaparecer.
— Vengo a confirmarte la muerte de tu oponente.
— Lo detectamos desaparecer en el sol. Gracias a ti, estamos seguros. Muchas gracias.
— También te devuelvo esto. Kibito dejó caer de su mano un objeto esférico brillante. Hubo un grito mientras algunos Tsuful corrían reflexivamente detrás de sus sillas.
Chiin-Lee permaneció impasible ya que sabía que su bomba nuclear en miniatura no explotaría a causa de una pequeña conmoción. La bomba rebotó una o dos veces y luego rodó inocentemente en la sala de control. Kibito miró a toda la habitación con una expresión seria y santurrona. Él no tenía nada que decir. Él solo esperó a que el mensaje se extendiera. Mucha gente miró hacia abajo como niños regañados.
— Hicimos lo que pudimos con nuestros recursos, señor, dijo Chiin-Lee sosteniendo su mirada. El planeta entero fue amenazado. Tenga la seguridad de que destruiremos esta arma ahora.
— Lo se, y harás lo mismo con el veneno.
¿Cómo lo supo? Él era un dios, la pregunta no surgió para Chiin-Lee.
Cuando ella comenzó a decir: "Por supuesto". Ella fue interrumpida por un furioso arrogante que nunca le había gustado. Un Tsuful que dijo:
— Todavía lo necesitamos, porque hay otro.
Chiin-Lee estaba hirviendo de ira internamente. Este idiota, ¿no había notado que este dios rojo había revivido a la chica Saiyana? Un técnico tomó su cabeza entre sus manos y pensó "¡Todos moriremos!" Pensó tan duro que Kibito lo escuchó involuntariamente.
— Destruye el veneno. En cuanto a ella, es tu mayor protección ahora. Otros peligros te esperan y esta guerrera es tu mejor medio de supervivencia.
Hubo silencio en la habitación. El mensaje fue entendido
— Nunca nos volveremos a ver, cotinuo Kibito.
— ¡Oh, espera antes de desaparecer! Chiin-Lee no pudo dejar esta pregunta sin respuesta. ¿Por qué... no fue el Dios del norte quien vino?
— Porque está muerto.
Y el dios rojo desapareció.
Chiin-Lee se rió entre dientes. ¡Un dios muerto! La teología recibió un golpe.
Y luego miró en una de las pantallas que mostraban a la Saiyana que dejaba que su emoción fluyera en su radiante rostro. Ella sonrió y sus ojos también estaban mojados. Ya no tememos nada de que preocuparnos, pensó. Estamos protegidos por los Dioses y por la Saiyana que llora.
Chiin-Lee salió de la habitación feliz.
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